El día que tuve el honor de conocer a este GRANDE, fuimos a su casa y yo no podía creer mi suerte. Quería pedirle un autógrafo, pero Suhaill dijo que ella no quería menos que una caricatura. Con toda la vergüenza del mundo y aprovechándome de la valentía de mi artista del maquillaje, puse el papel delante de Zapata. Entre sus gatos y su arte, me hizo este pedacito de gloria. Hoy me imagino al tío Simón recibiéndolo con un abrazo de esos sabrosos que te quitan la respiración para llenarte de vida, y un cafecito recién colado. Ahí, en un porche lleno de helechos y con una sabana enorme de fondo, hablarán de sus cosas, y pronosticarán el retorno de la unión en Venezuela.
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